Las matonas del curso.

Creo que el sexto básico fue el más terrible de todos mis años de escolaridad, nosotros vivíamos en una población bien complicada y yo inscrita en uno de esos colegios municipales sin nombre, pero con un inmenso número...éramos treinta y tantos y la mayoría me caía bien, pero todo cambiaba cuando llegaban ellas dos, aún recuerdo sus nombres: Claudia Zamorano y Jenny Salazar.....La Claudia era una morena, pero una morena oscura....como la Xica dá Silva, pero más gruesa....con el mismo pelo corto y motudo, de manos grandes llenas de anillos de metal y el Jumper bien ajustado.....La Jenny era baja, blanca, con unos ojos miel preciosos y el pelo largo muy claro, pero las dos eran terribles y utilizaban un vocabulario que deja chico a Daniel Vilches.
Sagradas eran las amenazas de golpes si no les prestaba la tarea, si no les daba colación o les pasaba monedas....claro!..ustedes se dirán: ¿Pero cómo no te defendías?...solo una vez...la primera vez, pero a la salida ya no era solo la Jenny y la Claudia, sino como tres más (las primas de octavo), asique se llevaron mi colación, unos lápices y un mechón de pelo del tirón que me dieron. Nunca le dije a mi mamá lo que pasaba en el colegio, porque sería peor...ella iría a conversar con la profe, la profe a su vez les citaría el apoderado a las niñas y ellas al día siguiente me dejarían más machucada que membrillo colegial, asique guardé silencio.

Justo para este periodo de septiembre llegaban a una cancha cercana camiones con juegos, como el Fantasilandia de los pobres y era el lugar de encuentro para todos los estudiantes de aquella escuela. Ponían la radio a todo lo que dá para animar el ambiente y encendían las hileras de ampolletas iluminando todo el sector...igual se hacían filas para las terribles sillas voladoras y el tarro imitación a Tagadá, tampoco olvido ese barco pirata que emitía un ruído a desgaste y falta de aceite en las tuercas y la famosa rueda de Chicago, pero lo que jamás olvidaré fue aquella noche, cuando hacía la fila para subir a uno de estos juegos las divisé...eran ellas...las dos y venían justo hacia mi, el churro que me comía quedó a medias y paso a paso se acercaban la Claudia y la Jenny, de seguro me quitarían los vales para subir a los juegos...y los churros....y las monedas....pensaba eso y se me recogía el estómago y cuando estaban a diez pasos de mi de entre la gente salió una muchacha, era alta y tenía el pelo ondulado y rubio y la acompañaban otras más...solo vi cuando la rubia la agarró de la cabeza y después se hizo un círculo...en donde todos contemplaban la pelea...Yo no sé que habrá ocurrido con ellas anteriormente, pero la furia de la rubia indicaba que algo no muy bueno había pasado. Por los parlantes se escuchaba una música rápida, que hasta hace poco por fin sé como se llama y el grito de unas señoras alertó a los tipos que manipulaban estos juegos y así liberaron a la morena de los puños de la ondulada.

El día lunes cuando volvimos a clases la Claudia venía con el ojo morado y llena de rasguños...aguantandose las burlas de todos los que presenciaron la pelea, en donde ella fue la gran perdedora, además venía enojada con la Jenny por no haberla ayudado...ese fue el fin de la dupla Za-Sa. El resto del año estuvimos sin amenazas y al año siguiente me cambiaron de colegio.

Ahora trabajo como profesora en un colegio de la misma comuna de aquel entonces, en un sector conflictivo como solo Dios sabe...en el recreo largo me acerqué a mi colega y me dice: Uy!...no sé qué hacer con esta niña!!!, si le pega a todo el mundo...que la siento aqui, que la siento allá y con todo el mundo pelea....voy a tener que llamar a la pobre señora para que venga de nuevo a hablar conmigo.....En ese instante, inmediatamente se me vinieron a la memoria los recuerdos de las matonas del curso y de curiosidad le revisé el libro de clases a la Rosy....en los datos de la alumna, el apoderado figura como Claudia Zamorano G.... Coincidencia o no?