Como un rayo de luz

Después de estar sin conexión a internet y a ningún tipo de tecnología a varios kilómetros de distancia desde donde se me ocurrió la loca idea de bajarme del bus...he regresado.

Senti un miedo terrible al abandonar Santiago e irme de vuelta a la casa en donde siempre había querido vivir, la verdad es que siempre quise una aventura en el sur, pero mis viajes anteriores fueron demasiado planificados, asique ahora después de ir sentada por algunas cuatro horas en un bus caluroso y recordar escenas de mi vida que realmente quería de alguna forma mágica y rápida borrar del todo me paré del asiento 17 y avisé que me bajaba en la próxima pasarela...siempre que he viajado me fijaba mucho en las cosas que habían en el camino....sabía que en la próxima pasarela había una copa de agua enorme y un caminito de un pueblo que llevaba hacia no sé dónde, pero fue ahí, justito ahí donde quise iniciar una aventura...de esas mismas en que soñaba cuando era chica, en donde Indiana Jones quedaría como una alpargata a mi lado y a mi no me daría ningún tipo de temor a los bichos o animales de la zona...asique feliz seguí mis pasos sin pensar en nada más que la intensión de desconectarme de todo y de todos.
Un par de casas acompañaban el paisaje, pero después un camino de piedras y sembrado que se volvía infinito....unas vacas masticando algo y gallinas que cruzaban el camino con sus polluelos con mucha calma y mientras avanzaba trataba de darme ánimos y no terminar en retos contra mi...hasta que por fin un letrero de un balneario con cabañas a dos kilómetros....¡Mierda!... y yo acostumbrada al metro y la I-08, pero no podía devolverme...era peor, porque ya el cielo pintaba manchones oscuros...avancé como nunca en mi vida y echaba mil pericos por las piedras que hacían que me doblara los pies y el cri cri de los grillos se volvía infernal....¡Cresta!, ya no quería ser como Indy...solo yo...o ella...la Trilce miedosa y sumisa que corre a San Martín cuando recibe un mensaje de texto, pero en un rinconcito de cada uno de nosotros se esconde una fuerza que a veces se activa en caso de emergencias...y esta era mi emergencia...llegar....llegar pronto.

Qué está buscando señorita?, me grito un hombre de frente arrugada y con algunos dientes menos, yo fuerte le dije "Neuquén"... el balneario Neuquén.... ¡Uff!, pero le quea re harto pue y se da vuelta y pega un grito que llegué a dar un salto Rooooooosaaaaa!! grita con fuerza y se asoma una señora con una fuente en la mano y el delantal con restos de harina... "Meh!...la señorita quiere ir pal bajo, pero le quea muchazo"... ¡noooo! dijo doña Rosa, el camino ta` malo pa allá si u´te no conoce na pa estos laos....en fin...no sé como terminé quedándome en casa de los Sarmiento y comprobé que de verdad la gente en el sur es amable.
Seguía con el ruido infernal de los grillos y me fumé un par de puchos que por mucho tiempo guardé en la mochila y oscureció y me dí cuenta que no había luz eléctrica y el paquete de velas que sacó doña Rosa era poco para la luz que necesitaba...mi celular se moría de batería y yo con unas ganas de ir al baño, que a todo esto quedaba a varios metros detrás de la casa en una caseta que ya se caía....obviamente baño de pozo....por Dios!!
Era imposible no acordarme de todas esas historias que me asustaban sobre pájaros brujos y duendes del bosque mientras caminaba a la caseta aquella y sentía susto...mucho susto, parece que la oscuridad y yo no somos muy buenas amigas. Después de haber tenido el récord en rapidez para ir al baño volví a la casita iluminada por velas y compartí un tazón de café que me ayudaba a tragar la tortilla amasada que daba vueltas en mi boca, pero no me sentía mal....al contrario,comenzaba a disfrutar de la conversación, la doña se entretenía cuando le contaba parte de mi vida y me encontraba una loca....una loca por estar allí y arriesgarme de esa forma, pero reía....reía con mis palabras y yo me sentía feliz al dibujar un paisaje nuevo para ella.
Al día siguiente me atreví a proponerle a la doña pagar por estar un par de días en su casa, los billetes en el campo son escazos y ella aceptó gustosa. No había televisión ni radio, menos computador y con mi celular completamente muerto ya estaba absolutamente desconectada de este mundo y daba vueltas por el bosque de Eucaliptus, a veces me sentaba bajo los arboles con la agendita rosada para escribir algo, pero las letras se me escapaban y no lograba concentrarme en nada, luego tomaba el librito para terminarlo al fin de leer, pero no podía abrirlo...no me atrevía, la verdad es que no quería palabras que me recordaran a alguien, no quería revivir momentos encerrados en la agenda....solo quería sentir el aire que pasaba por entre mis dedos con los ojos cerrados y respirar y de un suspiro comenzar todo nuevamente...como un rayo de luz, creo que en ese momento el café con mi amiga Amapola hubiese sido ideal.
Desconectarse de todo a veces es muy saludable, mi tiempo para compartir conmigo y con la naturaleza fue increíble...cosas tan simples como ver un par de caballos correr por un prado o a un animalito alimentar a sus cachorros con tanta voluntad me entregó una sensación de paz que valoro muchisimo, es por eso que fue triste el día en que tuve que irme y volver al camino y al bus y a conectar mi celular y ver la televisión para enterarme de asesinatos terribles, de muertes, de violencia y sentí una angustia que me recorrió el cuerpo y lloré por la noticia de los niños agredidos en Puente Alto y me dió miedo, porque eso era real...eso no se acababa cuando amanecía, eran peligros inminentes que ocurren sin provocarlos a veces...sucede...es real.
Y quisiera sentirme como un rayo de luz...intocable, rápida...un rayo de luz...solo eso.