lunes, abril 13, 2009

Un cuentito para el señor Morel.

Te contaré un cuento… Puede que resulte fastidioso, pero créeme que ella también encontraba fastidiosa su vida, parece que las cosas nunca le resultaban, hija menor carente de alegrías con una familia numerosa, de esas que hablan, hablan y hablan a la hora de la cena… y ríen y gesticulan con las manos para explicar mejor sus ideas. Todos conocían el uno del otro, parecía un don familiar, más cuando se acercaba el momento de saber un poco más de ella…nadie acertaba…nadie.

Siempre se destacó de entre sus hermanas, nunca se le vio con nadie, no había amigas ni amigos… ni conocidos ni nada, solo un montón de lápices en su estuche los que seleccionaba para formar parejas y crear historias que solo ella podía entender… no había lógica alguna, era imposible que el señor amarillo se casara con la señorita celeste o el famoso campamento en medio de un bosque con una luna tan redonda como el iris de sus ojos. En las tardes de calor se sentaba bajo el parrón para ver como crecía el racimo de uvas que ya había elegido, le gustaba ver que cada día había más pintas burdeo y que las hojas formaban figuritas en el pavimento disparejo, también el oír historias del abuelo le resultaba más interesante que jugar con los vecinos del barrio.

Todos decían que ella era muy valiente, recitaba poemas y participaba en cada actividad que realizaban en su colegio…no…no era colegio, sino escuela… una que no tenía nombre, sino números y letras, con salones fríos y piso manchado por el paso de los años, pero sin duda ella adoraba, porque cada día había una historia por contar, sobre todo a Verónica, una pecosa que era nueva en el curso, venía del internado de niñas que había a dos cuadras de la escuela…Todos la querían mucho, era la mejor amiga, la mejor consejera, porque siempre encontraba solución a las cosas, menos a una… Ella no era valiente como todos creían, tenía un miedo que solo podía calmarlo un poquito cuando apretaba los dedos.

Se preguntará usted don Rodrigo miedo a qué tenía, la verdad es que era una mezcla de todo… Un poco a la oscuridad o no sentir a nadie a su lado, soledad creo que le dicen, pero más allá de todo, era un miedo profundo a perder las cosas que ella más quería. El perder algo no es solamente cuando te descuidas de aquello que quieres, sino cuando desaparecen y no sabes el por qué… ¿Qué habrá sucedido para que eso no volviera más a ti?

Ella no solo perdió su estuche lleno de lápices que le dio su padre para el cumpleaños, sino que perdió las historias que de allí nacerían, también sin saber por qué su amiga “Pequitas” desapareció y pese a las constantes visitas al internado no había respuestas…ella se había ido…

Han pasado años… y ella aún mantiene esas características tan propias de su ser… a veces sueña, otras veces ni se acuerda de lo que fue y todos aquellos miedos aún se mantienen, la gente con la que ha logrado crear lazos de amistad desaparece, dejando en su corazón la sensación de vacío que complementa con el silencio de su hogar y vuelve la pregunta de siempre…esa que la persigue por años…. ¿Por qué la gente desaparece?...

Ella decidió un día hacer un plan para que nunca más ocurriera algo así…decidió volverse fantasma… ser intangible y permanecer en el tiempo, ¿Pero cómo?... Bueno, ya no hay lápices, pero siguen existiendo las historias, publiquémoslas en un mundo donde todos también sean fantasmas… y así es, ellos no se alejan, no desaparecen y a la vez me encuentren distinta, me encuentren valiente… Entonces en esta parte del cuento citaré lo que dijo Breat Easton Ellis en su libro “Lunar Park” (No Luna Park como algunos confunden)… él dijo: “Pero eso es lo que hace un escritor: Su vida es una vorágine de mentiras. Centra su punto focal en el adorno. Eso es lo que hacemos para complacer a los demás. Eso es lo que hacemos para escapar. La vida física del escritor es básicamente un estancamiento y para combatir dicha limitación hay que construir un mundo y un yo distintos a diario”.

Yo a veces soy un fantasma… que recorre de par en par este mundo fantasmal al que me vine a vivir en forma indefinida, pero también a veces soy aquella que trata de respirar y creer aquí…en su mundo mi estimado Rodrigo… Y cuando le digo lo vacía que me siento a veces estoy siendo tan real que casi puede tocarme y yo casi puedo sentirlo, llegando a distinguir los acordes de su guitarra…

¿En qué piensa usted cada noche?.... cuando su mirada se fija en el rincón de siempre, cuando ya no están los amigos, ya no hay risas, ni humo, ni la necesidad de poner atención a algo que le comentan…. ¿Qué sucede cuando voltea y se acomoda la almohada?... Pues yo… yo solo pienso en una cosa….

2 comentarios:

Anónimo dijo...

http://jessel-leon.blogspot.com/

SERENDIPITY...

Unknown dijo...

Señorita Montt, Su historia me parece triste, su historia me parece como con frío y con hambre, pero por sobre todo , su historia me llega; Me recuerda mucho la historia bíblica de JOB; creo que la diferencia es que Job no tenia nada claro pero al final de la historia se vislumbra un sentido. Divino, sobrenatural, sagrado, pero un sentido de vida... no es el final de la vida de Job, es sólo un punto aparte dentro de ella. Es que la vida es demasiado única como para dejarla sinsentido, inconclusa, sin puntos apartes. Para los creyentes, la historia de Job es Real a cada instante de nuestras vidas contemporáneas.

Saludos.
Guillermo Quintana.