No cuelgues por favor!

Cuando sentí tu mano en mi espalda temí de transmitir aquella energía que recorría mi cuerpo, creo que fue el bailé más largo que había hecho en toda mi vida... y tus dedos conocían tan bien cada espacio de mi, que era imposible resistir los suspiros y esa necesidad enorme de cerrar mis ojos y buscar refugio en tu hombro...sentir tu respiración tan calmada, mientras la mía se agitaba a cada instante y las caricias en mi cuello eran para transportarse a París, con sus luces, su briza y los sonidos de "La vié en Rose" sobre nosotros...

Hablamos de tantas cosas bajo la noche bordada de estrellas...en esa cama grande. Tú, con tu pierna izquierda recogida y tu mano derecha en la sien...afirmando el cigarrillo, que era el único foco de luz que iluminaba nuestro cuarto...y yo recostada a tu lado, tratándo de imitar tu misma posición... Cuánto rato conversamos?...a veces con los ojos muy abiertos y otras veces cerrados, contestando nuestros cuestionamientos tan diferentes al resto...

Así pasaron horas, en que ya no eramos ni tú ni yo...justo en la coyuntura de un estado distinto... aquel en que no hay "peros", solo encanto... y en él nos sumergimos...hasta que nos dijimos buenas noches y colgamos el teléfono.